A veces solemos tender a pensar que rendirse a la vida implica perder algo, incluso a nosotros mismos. Pero nada más lejos de la realidad, rendirse a la vida tiene que ver precisamente con reconocer que anclados y encorsetados desde el yo ego no sabemos nada, con lo cual tal ego tiende a controlar todo por miedo a lo desconocido.
Ese ego es la fabricación mental la cual da forma a la personalidad, físicos densos y menos densos, todo lo que sea contenido en una plasmación de energía fragmentada y a su vez reagrupada, en ese concepto entraría lo que llamamos nuestro mundo y universo.
En ese juego mental limitado llamado vida, el ego o yo pequeño estaría identificado con ese juego, en tal grado se cree estar dentro de ese juego e incluso ignorando que también participa dirigiendo al jugador, fabricando historias, la cuales equivocadamente llamamos nuestra realidad. Al ser una ilusión, como toda ilusión es una engañifa. Lo cual desconoce también al observador de ese juego y jugador. Pues el ego se siente muy identificado con ese rol, no está capacitado para tener una perspectiva más amplia y desapegada, tan solo lucha por su supervivencia y tiende a querer controlar, porque se cree controlado. Pero no existe ni el controlado ni el controlador, aunque dentro del juego parezca real, tan solo es una trama, una ilusión. El ego que es el propio juego, trata de imitar por eso busca falsos dioses y busca y busca algo insaciablemente, en su locura.
Llegado a este punto de no saber diferenciar entre juego y jugador, e incluso ilusión y verdad, ya podemos intuir qué repercusiones tiene deambular ciegamente.
Así pues me rindo al ego, sin hacer partícipe de su juego loco y posesivo, ya sea bonito o feo. Tan solo participo sin dejarme engañar, arrastrar, guiar o atrapar por ello. Diferencio pues empiezo a entender de lo que trata, y hago uso consciente de ello pues me es también necesario para desenvolverme en ese medio llamado vida. No lucho con ello, ni me peleo, ni me resisto, ni entro en el truco. Le agradezco pués.
En este juego es meramente útil y necesario las segmentaciones contiguas de los yoes, pues partiendo del yo pequeño o ego descubres tu guia del yo o ser superior y a su misma vez descubres el testigo u observador, que a su misma vez es el propio observador procesando y redescubriendose desde ese juego o punto inicial del ego, (todo ello paso a paso... perdiendo la intensidad en la identificación, de ahi el surgimiento del ilusorio tiempo y también el recogimiento y desaparición de dicho tiempo). Llegado a este punto puedes reconocerte y comprender que Eres, pues no eres ni nadie ni nada, sino que siendo nada eres Todo.
Así pues me rindo, acepto, pués soy y pertenezco a algo grandioso y divino que me permite vivir, experimentar, jugar, entre la ilusión y realidad y me proporciona los medios para ello.
No siento hacer otra cosa que soltarme y entregarme, pues mi yo superior sabe mas que mi ego, y ello es lo que me comunica con la verdadera identidad.
Y esto me da paz y no una paz condicionada por algo, sino que es innata en mí y siempre está, y si es irrumpida por tal ego, no pasa nada pues puedo volver a ella pues siempre está, es lo más seguro y cierto que uno puede tener en este mundo. Y todo ello me hace sentir un amor tan cálido que me arropa dulcemente, puedo sentir que aun sintiendo la independencia a su vez siento una confortable y única dependencia a Dios o lo Innombrable, y que es recíproco.
Así que no puedo más que sentir felicidad y gratitud, al soltar, entregar, rendir y confiar.
¡Gracias!
LA SENDA CONSCIENTE